jueves, 24 de mayo de 2012

NED LUDD REDIVIVUS

Tal día como ayer de hace doscientos años, el flamante nuevo ministro de Hacienda del Reino Unido recibía una carta de un tal Ned Ludd, en la que era gentilmente amenazado de sufrir la misma suerte que su predecessor Spencer Perceval, que murió asesinado. (La podéis consultar aquí: http://ludditebicentenary.blogspot.co.uk/, un blog dedicado al bicenternario del movimiento ludita)

Ned Ludd era el supuesto líder de un grupo de exaltados que se dedicaron a destruir y después quemar telares a vapor y fábricas entre el 1811 y el 1813. El tal Ned Ludd, pasaba por ser el primero de aquellos trabajadores del sector textil que se hartó de las nuevas tejedoras y las destrozó, pasando a comandar una especie de hombres felices que, casualmente, también se escondían de las autoridades en los bosques de Sherwood. Tuvo un importante ejército detrás, hasta que se dieron cuenta que no era más que un invento de los agitadores para desviar la atención aprovechándose de la mitología más cercana. Los luditas vitoreaban al rey Ludd mientras todavía ardían las fábricas y firmaban con su nombre amenazas o reivindicaciones.
 

No saco el tema de los luditas simplemente por que se cumplan doscientos años de los disturbios que ocasionaron, sinó porque creo que fue un fenómeno que guarda bastantes similitudes con cosas que están pasando ahora.

Para sus enemigos, los luditas eran unos alborotadores que se oponían al progreso y a la civilización, que no entendían los beneficios de la tecnología y de la creación de riqueza. Pero lo cierto es que eran en su mayoría artesanos que reaccionaron de forma violenta por la pérdida de unos derechos que se habían ganado a lo largo de siglos de organización gremial. Todo ello no recuerda las protestas del pasado 29 de marzo?

Los uditas no fueron los primeros en destrozar fábricas. Hacía años que la gente expresaba su malestar de forma violenta por la industrialización desbocada. Las grandes fábricas aparecían como setas y acababan con el pequeños talleres produciendo más cantidad de tejido, pero de menor coste y calidad. Todo ello en un momento de grave crisis económica debido a la larga guerra con Francia, todavía lejos de mostrar síntomas de terminar. La noche del 12 de abril de 1811 todo aquel malestar se dejó ir contra unas setenta fábricas, pero hacía ya tiempo que la gente se oponía a los cambios sociales que la nueva industrialización estaba provocando y que se predecía un futuro de condiciones de trabajo y de vida indignas. Era un movimiento sin líderes que quería cambiar el rumbo que estaba tomando la Revolución Industrial. Todo ello recuerda como el movimiento 15-M, en una situación de crisis económica y política aguda como la actual, hizo suyos muchos de los postulados de los movimientos anti-globalización o altermundistas que, antes de la crisis, ya se enfrentaban a la globalización y sus consecuencias.

Los luditas, no tenían objetivos políticos concretos, se oponían al progreso por sus consecuencias, a la pobreza y a la opresión que resultaba de la industrialización. Mientras algunos debatían estas cuestiones de forma abierta y civilizada, otros mostraban su indignación con violencia contra las máquinas que simbolizaban las nuevas formas de opresión. La reacción de la autoridad, que se alineó con los dueños de las fábricas, fue brutal: se promulgaron el Malicious Damage Act y el Frame Breaking Act, reglamentos conocidos como The Bloody Code, y que decretaban la condena a muerte para todo aquel que maltratara una máquina. Creo que acusar de terrorismo a un joven por llevar capucha y quemar un contenedor se acerca un poco a aquella desmedida de los legisladores británicos.

Las nuevas leyes y las ejecuciones públicas consecuentes, surgieron efectos rápidos. Durante el 1813 fueron ahorcados 18 luditas. A partir de entonces fue muy difícil seguirles el rastro, aunque se les sitúa entre los principales instigadores de las revoluciones liberales que recorrieron Europa a lo largo del siglo XIX, se cree que evolucionaron hacia las primeras organizaciones sindicales y siguen vivos en el imaginario libertario, como símbolos de la lucha contra la opresión. Nuestros legisladores actuales deberían tomar nota: la criminalización de las protestas puede llevar a que los encarcelados se conviertan en símbolos y en inspiración, como los luditas colgados sirvieron de inspiración a románticos ingleses como Lord Byron.

Mientras el sistema va mostrando cada vez más hasta dónde llega su podredumbre, mientras se sigan protegiendo e incluso premiando a los verdaderas culpables de la crisis a la vez que se golpea y encarcela a las víctimas, que son los que se quedan sin la esperanza de un futuro digno, mientras esto siga así, habrá razones para la protesta airada. Apuesto a que los luditas se pondrán de moda, y el también el verso de Lord Byron

"Down with all the kings but King Ludd".